LA CESIÓN DE LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ AL AYUNTAMIENTO DE CUENCA

Antonio Rodríguez Saiz

 

No tuvo buen principio el siglo XIX en Cuenca, parecido en numerosos lugares de la geografía nacional. Cuenca era una ciudad aislada, notablemente deteriorada, con una preocupante economía que ya venia soportando desde hacía tiempo.

A ello se añadía los daños materiales y humanos cometidos por los soldados franceses (Guerra de Independencia) principalmente en la segunda invasión padecida por los ciudadanos conquenses: destrucciones de casas, templos religiosos, documentos, incendios provocados, vejaciones humillaciones, muertes, etc.

Uno de los edificios religiosos que sufrieron el saqueo, incendio y destrucción fue la iglesia de Nuestra Señora de la Luz, entonces extramuros de la ciudad, junto al río Júcar y puente del mismo nombre (antiguamente llamado puente del Canto).

En la Edad Media hasta bien entrado el siglo XVIII fue conocida por Nuestra señora del Puente.

Después de los daños sufridos en la iglesia siguieron unos años de abandono hasta que el año 1.814 el Ayuntamiento de acuerdo con el Obispado, ante la subasta pública anunciada, solicitó al rey Fernando VII su cesión para evitar la ruina total de la iglesia desamortizada . Petición concedida al municipio de Cuenca por Real Orden el día 9 de marzo del año 1.817.

Justamente un mes después de la cesión se celebró pleno municipal ordinario en el capital presidido por el albarracinense, Dionisio Catalán del Concejo de S. M., alcalde honorario del Crimen de la Real Chancillería de Granada, Corregidor y Justicia Mayor, entre otros títulos, quien durante su mandato en Cuenca tendría problemas, enemistades y fuertes desavenencias con autoridades y vecinos de ideas liberales.

En dicha sesión estuvieron presentes los regidores del municipio, Ignacio Rodríguez de Fonseca (más antiguo y decano) que era la máxima autoridad en ausencia del corregidor; Andrés María Cerdán y Briones e Ignacio Esteban Ramos, ambos regidores perpetuos. Con la presencia también de, Policarpo Zorraquín, diputado del común, cargo municipal para dar voz a los conquenses y a las reivindicaciones populares, tenía voto en el Ayuntamiento y de Vicente López Salcedo, procurador síndico general con la misión de facilitar e impulsar los intereses de la ciudadanía y actuar en su defensa.

En este pleno se dio lectura a un escrito donde se informaba de la Real Orden: “Habiendo dado cuenta al Rey Not.  Sr. de la instancia del Ayuntamiento de la ciudad Cuenca en solicitud de que la Iglesia de los Antoninos se reparase por cuenta de su establecimiento o que se haga cesión de ella con sus pertenencias se ha servido resolver S M que se entregue la Iglesia a dicho Ayuntamiento… “

Enterado de ello se tomó la decisión de comisionar y encomendar al regidor, Rodríguez de Fonseca para recibir las llaves de la iglesia y títulos de propiedad.

Un problema surgió de inmediato al Ayuntamiento que solicitó ayuda al monarca por “hallarse falto de fondos para reparar la Iglesia de los extinguidos Antoninos…. y se sirviese mandar que el Crédito Público dispusiese su recomposición”. Era este organismo donde se habían destinado los bienes enajenados cumpliendo la Real Orden desamortizadora (septiembre 1798) de Carlos IV.

Fue ese organismo quien contestó rápidamente en sentido negativo a la solicitud diciendo que “no podemos acudir a ella, ni esta dirección tiene ninguna obligación de reparar el Edificio concedido a una Ciudad por gracia particular por quanto es mayor que la Hermita que antes dice la pertenecía “.

Según el informe del maestro mayor de obras y arquitecto, Mateo López se consideraba necesario, en principio, proceder al retejado de la iglesia por su mal estado y de ello se dio cuenta al provisor y vicario general de la diócesis de Cuenca, Manuel González Villa regida por el obispo, Ramón Falcón y Salcedo (diputado en Cortes, 1.812) con petición de ayuda económica y colaboración e igualmente a las hermandades de los pasos de Semana Santa.

Excelente y meritorio interés manifestó el provisor como demuestra  lo reflejado en acta de sesión municipal celebrada en diciembre de 1.817 “dándole las gracias por la generosidad en que se ha prestado por su afecto y devoción a Nuestra Señora del Puente disponiendo y costeando la obra  para que la  Iglesia sea conservada quitando las aguas que la  fábrica padecía esperando continúe en quanto le sea posible para que llegue el caso de colocarse en su templo Nuestra Señora y tenga en ella culto y que en el se ponga los Santo Pasos que había en la Hermita arruinada de San Roque“. Sería reconocido con el nombramiento de “Protector de la Iglesia”.

En todo este proceso quedó patente el buen entendimiento y colaboración por parte de Ayuntamiento y Obispado.

Una vez restaurada la iglesia, en lo principal, se decidió trasladar allí la imagen de Nuestra Señora de la Luz, vulgo del Puente y patrona de Cuenca que salvada de las tropelías y desmanes de los soldados franceses estaba en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, situada al final de la calle Andrés de Cabrera (entonces llamada Cordoneros) donde aún se conserva su torre, junto a la puerta del mismo nombre.

Tuvo lugar el acto de restitución de la imagen en dos jornadas. El sábado 12 de septiembre de 1.818 fue llevada en procesión desde la iglesia antedicha de San Juan hasta la catedral y allí depositada en la capilla del Sagrario (s. XVII) desde donde al día siguiente después de misa solemne en el altar mayor   con gran desfile religioso por las calles de Cuenca fue depositada en el altar mayor.

Con anterioridad el Ayuntamiento había solicitado al obispo  por mediación del regidor comisionado ,  Falcón y Salcedo permiso para que junto a la imagen  de la Patrona y San  Antón  en el altar mayor se colocase provisionalmente la de San Roque que estaba en la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir ,  en el barrio de Santa Lucia junto a la muralla (fue derribada en l.838)  y con anterioridad en la ermita del santo protector ante la peste  y epidemias por los beneficios, según los católicos, que recibió  Cuenca por su mediación , cuya fiesta tenía jurada la ciudad desde el siglo XVI.

Esta provisionalidad era debida a que se deseaba reedificar la ermita de San Roque destruida también por los franceses. Deseo que no llegaría a ser realidad.

La fachada principal de la iglesia de Nuestra Señora de la Luz, también conocida por iglesia de San Antón, donde se da culto a la Patrona de Cuenca es sencilla, discreta, carente de llamativos adornos. Destaca, ciertamente su antigua portada plateresca conservada obra de Gil Martínez Parejano (s. XVI).

Ello no permite intuir ni adivinar la gran belleza que hay en el interior de la iglesia estudiada excelentemente por el reconocido profesor e investigador, Pedro Miguel Ibáñez según se puede apreciar en su libro, “La iglesia de la Virgen de la Luz y San Antón y el barroco conquense”.  Está declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento el año 2015.

No debe olvidarse el gran cuidado, protección y conservación que debe tener principalmente el Ayuntamiento de la ciudad de Cuenca por ser su propietario desde hace más de dos siglos.

         Agosto 2023