LA DONACIÓN DE LA CASA ZAVALA A LA CIUDAD DE CUENCA

Antonio Rodríguez Saiz - Marzo 2019

Un anticuario valenciano en la década de los 60 del siglo XX ofrecía en venta a un matrimonio acomodado residente en Madrid, con motivo de uno de sus viajes a la capital del Turia, una casa antigua, noble, grande y señorial, situada en un lugar emblemático de Cuenca, en su parte antigua.

En un principio, aquello no pasó de una oferta sin contestación afirmativa. Tiempo después, con ocasión de otro viaje a Valencia tuvo lugar el segundo encuentro con el anticuario, cuyo nombre ignoro y decidieron venir a visitar la Muy Noble y Leal Ciudad de Cuenca y conocer la histórica casona. Así se hizo.

Entonces si les interesó la compra, teniendo en cuenta la nobleza del edificio y el lugar privilegiado de su situación al matrimonio formado por Juan Zavala Lafora y María Gallardo Galindo y deciden su compra.

Había pertenecido esta mansión a la ilustre familia Zerdán (Cerdán) de Landa, establecida en Cuenca a finales del siglo XVI procedentes de Aragón. Fueron durante siglos grandes ganaderos y a través de varias generaciones con un buen número de regidores de la ciudad en su familia. Según mis datos el primero de ellos Dionisio Cerdán de Landa en 1684.

En la fachada del suntuoso edificio, frente a la plazuela de San Nicolás, aún puede apreciarse el escudo de la familia Cerdán de Landa. Plazuela histórica, hoy perdido su encanto, donde el 6 de abril de 1766 las gentes sublevadas de la población (“Motín del Tío Corujo”) haciendo sonar clarines y trompetas hasta ahí llegaron con el deseo de entregar las llaves del Pósito Real (Almudí) al regidor Francisco Cerdán y Portillo para que encabezase la revuelta; una vez que habían prendido fuego a la casa y dependencias del administrador Pedro de Iruela.

La escritura de compra tuvo lugar el 20 de junio de 1966 ante el notario Alfonso de Miguel, sin cargas. Y así, pasó a propiedad del matrimonio Zavala-Gallardo, que siempre compartían las decisiones importantes como ésta, según propia confesión.

Era, el comprador Juan Zavala Lafora, prestigioso y relevante arquitecto, nacido en Tortosa en 1902, que había iniciado el ejercicio de su profesión al concluir sus estudios a los 23 años, pudiéndose destacar su gran actividad y participación en importantes proyectos y estudios relacionados con la arquitectura moderna, recibiendo, por ello, importantes premios. Muy reconocido especialmente como arquitecto del Banco de España y de complejos sanitarios.

El edificio estaba señalado, según la escritura, en la calle San Nicolás números 6 y 8, con su fachada principal al final de la calle Pilares y comienzo de la bajada al Santuario de la Virgen de las Angustias, patrona de la diócesis, por una sinuosa y bella escalinata muy transitada por los conquenses, especialmente durante todos los viernes del año.

Tiene una superficie alrededor de 330 m2, con tres altura y cámaras. Al ser ya dueño el arquitecto Zavala Lafora de la siempre conocida por “la Casa de los Cerdanes”, se puso en contacto con la empresa constructora más importe existente en Cuenca, que igualmente realizaba obras en el levante español, para proceder a su restauración que duró cerca de 2 años. En su interior se habilitaron varios apartamentos destinados para amigos que venían a visitarlos, se modificaron algunas puertas haciéndolas de dos hojas y rejas de las ventanas sobre la fachada principal convertidas en balcones, volviendo en posterior remodelación años después a su antiguo estado, según me informa un técnico que participó en la restauración.

No fue residencia habitual del matrimonio Zavala-Gallardo, éste lo tenían en el Paseo Moret, nº 7 de Madrid, pero si venían a Cuenca los fines de semana y en verano y así contemplar las bellezas naturales que se aprecian en la ciudad y disfrutar de la amistad del oftalmólogo conquense, José Medina Medina y familia e igualmente del ingeniero de montes, Luis Ugarte Anitúa y esposa. Todo ello lo manifestaba a la prensa la viuda de Zavala.

            No pudo disfrutar mucho tiempo este matrimonio, sin hijos, de la noble mansión, porque el reconocido arquitecto Zavala fallecería repentinamente en Madrid el 13 de enero de 1970, a los 67 años de edad.

Este luctuoso suceso dejó a la viuda de Zavala Lafora, inmersa en el dolor y que lógicamente hizo cambiar radicalmente todas las previsiones que el feliz matrimonio había proyectado con la ilusión que se puede imaginar. Y, pasado algún tiempo, tomó la decisión según cuenta que “conociendo el cariño que sentía mi esposo por Cuenca, decidí la donación en su memoria, como recuerdo”. Hecho este por el que los conquenses, con toda sinceridad lo reflejo, debemos estar sumamente agradecidos.

La Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Cuenca el 12 de febrero de 1973 acuerda: “aceptar la donación según las bases propuestas por la donante, Doña Antonia Galbrado (hay un error en el apellido) y Galindo, viuda de Don Juan de Zavala y Lafora, de la Casa Museo sita en la calle de San Nicolás 6 y 8”.

           
            ¿ Qué bases eran las propuestas por la donante, viuda de Zavala, para el otorgamiento en la escritura pública a favor del Ayuntamiento de Cuenca del inmueble y objetos que albergaba en su interior?

  • La donante estaría libre de gastos de impuestos que abonaría el Ayuntamiento.
  • Se colocaría en la fachada principal una placa donde se reflejaría un texto pactado por ambas partes alusivo a la donación. Allí estuvo colocada durante años, hoy en su lugar hay otra donde se lee CASA ZAVALA. CENTRO DE ARTE.
  • Una placa metálica con el texto “ Donación de la señora viuda de Zavala”, se colocaría en todos los objetos artísticos, cuadros, muebles, lámparas, etc., que estuvieran en el interior del edificio.
  • Se mantendrían los objetos en la misma habitación que estuviesen en la fecha de la escritura de donación, con la salvedad que sí hubiese que cambiar de espacio siempre permanecieran dentro del edificio.
  • En una de las bases figura la condición, en el sentido, que si el Ayuntamiento quisiera ocupar una de las habitaciones vacías para colocación de objetos artísticos no donados siempre que fuesen de “adecuado rango y valor” tendrían que estar necesariamente autorizado por el médico y amigo, José Medina, que fallecería en octubre de 1978 y José Lorca García, mientras fuese presidente de la Audiencia Provincial de Cuenca, quien después pasaría a tener el mismo cargo en la Territorial de Albacete y se jubilaría de Magistrado de la Sala 6ª del Tribunal Supremo (1987). Ambos señores actuarían “como representantes de la donante en esta cuestión y cualquier otro relacionado con el complemento de los términos de la donación”
  • En su calidad de donante, María Gallardo, viuda de Zavala, manifiesta su deseo que por parte del Ayuntamiento de la ciudad se elaborase un catálogo con los muebles, cuadros, esculturas, libros,…
  • Indica con claridad el deseo que mientras viva se mantenga en el mismo espacio el despacho de su esposo, las dos camas antiguas y los muebles que señale.
  • Tiene en su base e) un pequeño recuerdo para el Asilo de Ancianos, en aquellas fechas situado en la plaza de la Merced, hoy sede del Museo de las Ciencias de Castilla La Mancha, desde principios de 1999, donde indica que los beneficios que se consigan, en el supuesto que se cobre entrada para visitas a la casa, una vez deducidos los gastos, irán los ingresos destinados a este centro ejemplar, que aún permanece cumpliendo fielmente su obra, regentado por las Hermanitas de Ancianos Desamparados en un edificio espacioso y digno, muy adecuado para su función. Gran labor y meritoria a través de muchos años, que el Ayuntamiento reconoció en 2017 con el premio Ciudad de Cuenca “Solidaridad e Igualdad”.

Todo lo anterior, de donde está tomada esta información, fue estudiado por la Corporación Municipal de Cuenca en sesión ordinaria de 15 de febrero de 1973 en primera convocatoria, punto 11º del orden del día, presidida por el Alcalde Andrés Moya López, con asistencia de 14 concejales, secretario municipal José Luis Paz Maroto e interventor accidental Eduardo de la Iglesia Sánchez.

      Se acuerda por unanimidad:

1º - Aceptar con arreglo a las bases anteriores la donación a favor del Excmo. Ayuntamiento de un inmueble sito en esta ciudad,  calle de San Nicolás número 6 y 8, juntamente con los muebles y objetos artísticos que figuran con el correspondiente inventario.

2º - Facultar al Ilmo. Sr. Alcalde o Teniente de Alcalde que lo sustituya en ausencias o enfermedades para que en su día, suscriba la pertinente escritura pública.

EL ACTO DE DONACIÓN A LA CIUDAD DE LA CASA MUSEO ZAVALA, CON GRAN SOLEMNIDAD, SE CELEBRÓ EL DÍA 9 DE ABRIL DE 1973, al mediodía, en el salón principal de la noble mansión con asistencia de la donante, Antonia Gallardo Galindo, viuda de Zavala Lafora, familiares, amigos y las primeras autoridades provinciales y locales.

Estaban presentes el obispo Inocencio Rodríguez Díez, posiblemente el último acto civil al que asistió en calidad de prelado de la Diócesis, cinco días después los medios de comunicación nacionales lanzaban la noticia del nombramiento de su sustituto, José Guerra Campos; gobernador civil Manuel Garayo Sánchez; Rodrigo Lozano de la Fuente, presidente de la Diputación Provincial; gobernador militar, recientemente nombrado para este cargo, Luis Iglesias Méndez; alcalde de la ciudad, Andrés Moya López y concejales de la Corporación Municipal.

Se inició el acto según recoge  el Diario de Cuenca, con la lectura de la escritura de donación a cargo del notario Antonio Varona Díaz, donde se reflejaban las bases aceptadas por el Ayuntamiento conquense.

Firmaron la escritura la donante y Andrés Moya en nombre de la ciudad. Ambos posteriormente a este acto descubrieron, junto a la puerta principal del edificio una lápida en recuerdo de la donación realizada. Lápida desaparecida después de una restauración del edificio a finales del siglo XX.

Los asistentes al acto recorrieron las distintas dependencias de la Casa Museo, donde pudieron apreciar la calidad de sus muebles, objetos, lámparas, cuadros de reconocidos pintores (Santiago Rusiñol, Ramón Casas, José Benlliure, Vazquez Díaz,…) y su excelente biblioteca con más de 3000 volúmenes, libros de los siglos XVI, XVII y XVIII, entre otros.

Todo ello amenizado por la tuna universitaria “Fray Luis de León” de Cuenca, interpretando las celebres “serranillas” conquenses.

 

Con ello, se dio por finalizada la primera parte y como colofón de tan importante acontecimiento el Ayuntamiento de Cuenca ofreció a la viuda de Zavala un almuerzo en su honor en el Mesón de las Casas Colgadas, de propiedad municipal, regentado por el famoso, Pedro Torres.

Al finalizar el alcalde agradeció la donación hecha y glosó la figura profesional y humana del arquitecto Zavala Lafora “insigne arquitecto y conquense por devoción” su talento cultura y sensibilidad, recordando entre sus obras el proyecto de ampliación del Banco de España en Madrid, en periodo de ejecución en aquellas fechas y diversos edificios emblemáticos en varias ciudades de España, finalizando con sentidas palabras para su viuda y donante, quién recibió un pergamino en recuerdo  del tan meritorio y generosa transmisión gratuita y una medalla que llevaba impreso el escudo de Cuenca, impuesta por, Gloria Plaza, esposa del alcalde.

Profundamente conmovida, dice la crónica periodística que narró esta jornada, la viuda de Zavala agradeció todas las atenciones recibidas y especialmente un recuerdo para su difunto esposo y el gran afecto que él había tenido para la ciudad.

Así terminó, esta primaveral jornada, memorable y digna de recordar por la que Cuenca recibía un interesante y valioso patrimonio para su disfrute, cuya noticia compartía ese día en la prensa provincial con el fallecimiento del genial pintor Pablo R. Picasso.

Me había propuesto, referirme solamente a la donación sin entrar en valoraciones sobre reformas, utilización y uso posterior. Así lo cumplo, aunque no es óbice para que al finalizar recuerde la respuesta, sólo a título informativo que por aquellos días, Antonia Gallardo Galindo, viuda de Zavala, dio al periodista Juan de H. a la pregunta sobre cambios que se pudieran producir y ésta fue su respuesta:

 “Cambios, tal como suena no puede haber ninguno. Será, eso sí, posible la incorporación de todo aquello con lo que el museo resulte beneficiado. Me gustaría que se mantuviera siempre igual en su distribución, estado, orden….”

El tiempo pasa y de ello, hace ya casi 50 años.