EL TOQUE DEL ÚLTIMO CALDO

Antonio Rodríguez Saiz

 

 

El año 1909 se publicaba en la ciudad de Cuenca un opúsculo – 15 páginas- titulado, “La Torre de la Queda” cuyo autor era el archivero-bibliotecario, Rogelio Sanchiz Catalán, edición hecha en la Imprenta y Encuadernación: Sucesor de José Gómez Madina situada en el número 19 de la calla Andrés de Cabrera (anteriormente llamada Cordoneros) dedicada a éste importante personaje conquense en la época de los Reyes Católicos y I marqués de Moya.

En el mencionado opúsculo el autor, que con anterioridad, había declinado la invitación de ser archivero privado del rey Alfonso XIII para dedicarse en Cuenca, su lugar de nacimiento, al trabajo profesional e investigador nos proporciona datos sobre esta torre, en aquellos años semiderruida y a punto de su demolición, así ocurrió meses después.

Con el fin que el lector tenga más fácil su ubicación diré que se encontraba en la C/Alfonso VIII nº 48, en el inicio de la pequeña subida a la cercana Plazuela del Carmen, frente a la Casa-Palacio de la familia Clemente de Aróstegui.

Según, Sanchiz “La Torre de la Queda” era también conocida por otros dos nombres más: “Torre de la Ciudad” por ser el Ayuntamiento su propietario y servir de protección a los vecinos, y “Torre del Ángel” por el espíritu celeste que estaba dibujado en una de sus paredes.

Durante siglos anunció el toque de queda al anochecer, en la capital a sus habitantes, igualmente se hacía en ciudades y poblaciones, para que se retirasen a sus casas con luces y lumbres apagadas así como la prohibición del tránsito por calles y plazas con las únicas excepciones, evidentemente, ante casos de enfermedades, auxilios espirituales y causas muy justificadas que debían buscar y solicitar ayuda a las rondas volantes un servicio municipal nocturno de vigilancia que patrullaba la ciudad e iban acuadrilladas.

Su nombre procede del mundo de la milicia y hace referencia a aviso, advertencia toque de campana y de quietud, calma, reposo y silencio durante la noche.

Del contenido de la publicación hace ya un buen número de años e igualmente  ahora al releerla me llama la atención sus últimos renglones donde el archivero e investigador de temas locales, Rogelio Sánchez aclara y esclarece el conocido hasta entonces, por error , TOQUE DEL ÚLTIMO CALDO que muchos por desconocimiento de la verdad tenían por cierto de ser la llamada que a las nueve de la noche se hacía en el Hospital de Santiago, primero que se fundó en Cuenca, para que las personas enfermas allí acogidas tomasen el caldo diario, reconfortante e incluso, según se creía, de propiedades medicinales para mitigar y disminuir la enfermedad. De ahí que se pueda aplicar el refrán “De enero a enero buenas tazas de caldo en el puchero”.

Nada más lejos de la realidad, según precisaba el autor, en realidad ese toque era una orden o mandato para indicar y señalar que a la hora referida se cerraban las puertas del hospital y el personal que desempeñaba alguna ocupación debía suspender los trabajos hasta las cinco de la madrugada del día siguiente, de no ser imprescindibles, que se reanudaban las tareas cotidianas. A esa hora cuando amanecía se celebraba la misa del Alba.

A propósito de las puertas del Real Hospital de Santiago, expongo brevemente que en la actualidad su Puerta del Mediodía  es la más interesante, o así me parece, que hay en el Real Hospital de Santiago, en el poniente del edificio construida en el siglo XVIII, según fecha de 1722 que figura en su parte superior, donde puede observarse un escudo real con portada de gusto neoclásico que da acceso directamente al patio cuadrado o iglesia.

Por aquel período de tiempo habría en la capital una mendicidad infantil alarmante donde se veían niños pidiendo limosna en las entradas de iglesias, casinos, aceras de las calles y otros lugares. De ello se hacía eco la prensa local y con un llamamiento para socorrer a los necesitados y que al mismo tiempo se averiguase con diligencia aquellos casos que pudiesen ser explotación de los pequeños. En definitiva investigar la verdad de la pobreza infantil en la ciudad que contaba con una población de 11.571 habitantes.

El Hospital de Santiago que, como se ha dicho anteriormente, tuvo el principio como causa o razón la redención de los cautivos en tierras dominadas por los musulmanes se convirtió en la mitad del siglo XIII en hospital para enfermos y peregrinos, bajo la tutela de la Orden  Militar d Santiago.

Actualmente es una residencia de tipo asistencial especializada  en cuidados a los mayores donde se distingue notoriamente el celo, cariño, cuidado amoroso y eficacia de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul desde finales del siglo XIX con el reconocimiento y gratitud, especialmente, de los conquenses.

El notable edificio del hospital testigo de las vicisitudes históricas de la ciudad durante centurias es Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento desde el año  1999.

 

Septiembre 2021