LA CAPITALIDAD DE CUENCA EN PELIGRO (1899)

Antonio Rodríguez Saiz - Marzo 2017 -

 

En el siglo XIX fueron varios los momentos que, por parte del gobierno de turno, se planteó la división territorial de España. Unas veces llegaron las propuestas a término y otras se quedaron sólo en un vano intento. Así como ejemplo, podemos ver en 1810 un decreto de José I Bonaparte que dividió España en 38 prefecturas al estilo francés.

Con posterioridad un nuevo plan dejaba a Cuenca dividida en 11 partidos judiciales. En 1888 se mantenía la provincia pero segregándola localidades que engrosarían la Mancha Alta (c. Chinchilla) y Mancha Baja (c. Ciudad Real).

Es de resaltar que la más importante división administrativa fue realizada por decreto 30 noviembre de 1833 impulsada por Javier de Burgos y del Olmo ministro en el gobierno de Cea Bermúdez.

Javier de Burgos (escritor, periodista y político reformista) decretó la división de España en 49 provincias agrupadas en 15 regiones. Por ello, Cuenca pertenecía a Castilla la Nueva y se establecían en la provincia 9 partidos judiciales: Belmonte, Cañete, Cuenca, Huete, Motilla del Palancar, Priego, San Clemente, Tarancón y Requena (segregado en 1851).

Entre los distintos proyectos de esta índole en el siglo XIX hay uno menos conocido promovido por Francisco Silvela y de la Vielleuze en 1899, llamado en este año para presidir el Consejo de Ministros dentro de un plan para regeneración de España.

Silvela era un político liberal conservador de gran talento y formación jurídica que consciente de la desorganización e ineficiencia de la administración central del Estado se planteó la respuesta principalmente por el camino del saneamiento del equilibrio presupuestario reduciendo los gastos del ejército, marina y culto religioso.

En el mes de mayo de 1899 preside Silvela el consejo de ministros (había sucedido a Sagasta) que comparte con la cartera de Estado. Durante ese tiempo promueve un proyecto de reordenación, que no llega a consumarse, si se hubiese llevado a cabo el mismo, España se había organizado en 13 regiones en un proyecto ampliamente descentralizado. En el Cuenca estaba dentro de la región de Castilla la Nueva, capital Madrid junto con Guadalajara, Ávila, Toledo y Segovia.

Cuando el siglo XIX llegaba a su fin,  la capital conquense tenía una población de 10.756 habitantes y la provincia un total de 249.696 distribuidos en 288 municipios. Debe tenerse en consideración que el año 1900 fue el último del siglo XIX; a veces aun, sobre ello se produce un error de cálculo.

Este proyecto impulsado por Silvela hizo que, ante el peligro de perder Cuenca su capitalidad, que el ayuntamiento de la ciudad se interesase por ello como así se refleja en escrito (11/10/1899) que da cuenta de la sesión celebrada dos días antes y remitido al gobernador civil de la provincia José Galván y Llopis que había realizado gestiones “en averiguación de los propósitos que el Gobierno abrigue respecto a esta provincia en cuanto se refiere a los proyectos de reforma de la división territorial de España. Y a conocer aquella corporación la satisfactoria contestación que recibió V.S. del Excmo. Sr. Ministro oyeronse unánimes y queridos elogios que representado tan dignamente al Poder Central vela incesante por los sagrados de esta provincia haciendo llegar al Gobierno de SM las justas aspiraciones de sus administrados”.

Por ello, al gobernador Galván,  se le da un voto de gracia y su consignación en acta, por parte de la Corporación Municipal conquense que presidia desde el 1 de julio Basiliso López Cavero que dejaría el cargo por enfermedad y sustituido por Santos López Arrueta (29/10/1899), que repetía  como alcalde del consistorio. Era regente del Reino María Cristina Hatzburgo y Lorena, viuda de Alfonso XII.

Pocas horas después de la sesión referida el alcalde López Cavero envio copia del acuerdo municipal a diputados y senadores de la provincia de Cuenca: Lopez Pelegrin, Fernando Sartorius (2º conde de San Luis), Pedro José Cobo Jiménez (mayor contribuyente de la capital) Conde de Retamoso, Gumersindo Redondo y Martínez, José Antonio Balenchana y Cuevas “rogándoles como lo hago vivan prevenidos contra todo propósito de suprimirla y defender sus derechos”.

En aquellos tiempos Cuenca tenía otros importantes personajes con ascendiente en la capital de reino: Mariano Catalina y Cobo, nacido en la capital (conservador) y Vicente Romero Girón, natural de Valdeolivas (liberal), que fallecería al poco tiempo.

A Catalina y Romero debe añadirse el obispo conquense Pelayo González Conde que había sido elegido senador (1898) por la provincia Eclesiástica de Toledo.

Como se ha dicho la división territorial proyectada no se llevó a cabo y Cuenca no perdió su capitalidad, como se temía, que sin duda pudo haber sucedido.

En El País, periódico republicano y anticlerical de gran difusión, fundado por el matemático Catena Muñoz se nos veía a los conquenses (no a todos) al agonizar el siglo XIX de una forma que al leer el artículo (1/5/1900) “España Negra, Cuenca” sin firma no puede dejar sin asombro a nadie y además sobrecoge.

Sin entrar en valoraciones sobre la realidad o no de la vida en la “Muy Noble y Leal ciudad” de Cuenca su prosa me parece ofensiva y vejatoria y su descripción podía haberse hecho con mejor lenguaje.

Veamos algunas “perlas” que aparecen en el artículo:

  • “Cuenca es una vergüenza española”.
  • “Hay que ver aquello para creerlo”.
  • “Allí secuestros de jóvenes, allí coacciones y torturas en los conventos”.
  • “fanáticos repugnantes que en actitud provocadora recorren las calles, alardes de despotismo, amenazas, venganzas, intrigas mujeriles, esto es lo que priva, lo diario, lo corriente” (según cartas que se reciben en el periódico).
  • Sobre el alcalde dice que “Quiere que todos pensemos como el, obliga a los empleados a estar siempre en la Iglesia sopateados por los frailes, preside todas las funciones”.
  • “Dominado el (según un comunicante) por su mujer, una fanática ignorante, a quien seducen los frailes, no hace sino lo que ella manda, asesorada por una cuadrilla de mujeres estúpidas”.
  • En cuanto al gobernador civil es a quien mejor trata el artículo “El gobernados es un hombre simpático, amable y caritativo, seguramente no apruebe estas cosas; no obstante se deja influir tanto por el alcalde, que de algún tiempo a esta parte ha perdido aquí muchas simpatías”.
  • “Entre tanto, los servicios administrativos y el Municipio abandonados, el presupuesto exorbitante, derroches á rajatabla e irregularidades a montones, porque en siendo amigo de los neos dominantes se tiene carta blanca para robar como roban ellos, descaradamente que da grima”.

No deja de tener su significación, teniendo en cuenta que el motivo de este artículo sobre la Capitalidad de Cuenca que en el artículo de El País que se describe se diga que debe preocupar a los gobiernos “porque poco a poco lo que se trata es de separarlos de Madrid y de las instituciones, propagando el regionalismo”.

Y, concluye con un final catastrófico “…casi toda España es hoy una verdadera Cuenca”, culpable de todo el clericalismo, según el artículo.

De todo ello solo se salva el obispo de Cuenca, ¡qué casualidad! No aparece citado, algo insólito y raro: su explicación es porque la diócesis conquense estaba vacante por fallecimiento del obispo González Conde (18.11.1899) a los 71 años y el sucesor Wenceslao Sangüesa y Guía, aunque preconizado el 19 de abril de 1900 no llega a Cuenca hasta final de agosto de este año ¡vaya forma, según El País de entrar Cuenca en el siglo XX!